jueves, 12 de marzo de 2009

Samuel, la lucha por la integración

En septiembre de 2004, un grupo de jóvenes voluntarios pertenecientes a Cáritas de Alcalá de Guadaíra, pusieron en marcha un plan pionero en el municipio. Con el objetivo de impulsar la educación y la integración de los menores en el núcleo familiar y en el seno social, el Proyecto Samuel cuenta ya con cinco años de vida en los que se ha conseguido la integración parcial o total de muchos menores.


En pleno corazón de la provincia de Sevilla, a principios de septiembre hace un calor que, en ocasiones supera al registrado en el mes de agosto. Alcalá de Guadaíra es una localidad en la que su orografía permite aliviar las altas temperaturas a los residentes en la zona norte. Allí se encuentra la parroquia de la Inmaculada Concepción, una pequeña iglesia que cuenta desde hace unos años con unos salones en los que están reunidos una veintena de jóvenes que constantemente toman apuntes.

Los jóvenes en cuestión integran el Grupo Joven de Cáritas, nacido en la navidad de 1999. Todos están sentados en círculo atentos a las explicaciones que da uno de ellos. Después, cada uno de los jóvenes alza una petición y se acaba con una oración. Es viernes, el último viernes de formación. El próximo lunes, esos mismos salones se llenarán de gritos y carreras de niños porque dará comienzo el Proyecto Samuel.

Samuel es un personaje bíblico que acudió a la llamada de Jesús, el mismo sentimiento que comparte hoy este Grupo Joven. Por ello, fue elegido para dar nombre a un proyecto que comenzó en septiembre de 2004 siendo de infancia, para después extenderse a la adolescencia. Posee unos fines muy claros que se basan en la promoción y el desarrollo integral del menor para conseguir una mejor adaptación en el núcleo familiar y social. En definitiva, se trata la realización de la llamada que hay en cada uno de los voluntarios para ayudar el prójimo.

Para alcanzar sus fines, este grupo desarrolla durante el período escolar, una serie de actividades paralelas que sirven como complemento de la educación obligatoria de los menores. Con un horario de tarde de lunes a viernes, los niños que componen el Proyecto, acuden para recibir una serie de contenidos básicos que permitirán una mejor comprensión de sus contenidos académicos obligatorios.

Pero sustentar el Proyecto Samuel en clases de refuerzo no sería suficiente para alcanzar los fines propuestos. Por ello, los jóvenes voluntarios de la Inmaculada, después de años de experiencia y cursos de formación, llevan a cabo distintas actividades en las que, mediante valores de comportamiento cívicos y éticos, intentan mejorar la integración y adaptación de los niños en su ambiente familiar y social.

Talleres lúdicos o convivencias son algunas de las acciones que se realizan con tal objetivo. La heterogeneidad social de los niños que componen el Proyecto permite que, gracias a medidas como éstas, se favorezca la cooperación y colaboración entre los alumnos. Es posible que donde mejor se refleje esto sea en las excursiones y, en concreto, en la excursión por excelencia del Proyecto Samuel: el campamento de verano.

Durante una semana del mes de agosto, niños y educadores acuden a las instalaciones de un campamento juvenil de Andalucía. Allí, se consigue que a través de actividades lúdicas, los menores se enriquezcan y se contagien de la cooperación y la ayuda mutua, reinantes durante toda la semana. El campamento supone el último paso de la formación de los niños, que se ha estado gestando durante todo el año y que se retoma en el siguiente curso escolar.

Con éste, son cinco los años que el Proyecto Samuel sigue vivo y en crecimiento. Una vida que se debe al constante tesón de todos los voluntarios por conseguir los recursos suficientes. Obtener la financiación necesaria para desarrollar el Proyecto ha sido durante todos los años una tarea ardua que los educadores han sabido solventar aportando lo mejor de ellos: alegría y originalidad. Y es que, a las ferias, verbenas o rifas, hay que sumar belenes vivientes o pasacalles que suponían un aliciente para la colaboración.

Pero es bien sabido que no son tiempos de bonanza económica. La situación está cobrando tintes dramáticos que se reflejan en el día a día de las familias. Unas familias que buscan el amparo de Cáritas y a las cuales los voluntarios intentan proporcionar toda la ayuda posible. Pero se ven desbordados. Durante el presente curso, se ha alcanzado el récord de alumnos, con un total de 65, lo que supone toda una hazaña para la treintena de educadores presentes. Una ingente demanda que se intenta combatir con voluntad.

Sin embargo, gracias a la incorporación de nuevos jóvenes interesados por la justicia social, los educadores también van a más. Son ellos los que celebran los logros y lamentan los errores. Fallos y aciertos que están en las mentes de todos, pero que les sirven para seguir creciendo conociendo los errores, superar los obstáculos y continuar con la integración de niños. En los cinco años, han sido muchos los que han sabido adaptarse mejor al entorno en el que viven. Y lo más importante, han aprendido a prosperar.

Por eso, estos voluntarios quieren seguir creciendo y mejorando Samuel. Todos ellos saben que la responsabilidad es grande y los tiempos difíciles. Pero al Grupo Joven de Cáritas de la Inmaculada, nada le da miedo y tiene un objetivo muy nítido: educar bien a los niños de hoy para crear mejores hombres en el mañana. Todo un desafío social en pleno siglo XXI.

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